La frecuencia de riego en invierno debe ser aproximadamente cada 15 días o más, dependiendo de las necesidades de las plantas y sólo como apoyo o mantenimiento. Es recomendable regar las plantas a primera hora de la mañana o de la tarde.

Es importante tener en cuenta que los días con mucho viento y frío tienden a secar la tierra, por lo que hay que controlar que mantenga su humedad.

Una buena forma de determinar si una planta necesita agua es revisar el suelo a unos centímetros debajo de la superficie; si está seco hay que regarlo.

En casos extremos en los que el suelo esté helado o con escarcha recomendamos no regar.

Cuando finaliza el invierno conviene regar las plantas con suavidad y de forma medida para no encharcarlas. Además, en esta temporada se aumentará el número de riegos, siendo lo ideal hacerlo dos veces por semana. Aún así, revisa las especificaciones de tu planta por si dice algo especial para la primavera. Como todavía no hace mucho calor, es conveniente que el agua no esté demasiado fría, por lo que si es necesario dejar el agua a temperatura ambiente durante media hora antes de regar. Siempre que puedas lo ideal sería regar con agua de lluvia

Durante el verano en las horas en las que hay mayor exposición solar, la insolación es máxima y esto hace que el agua se evapore más rápidamente, impidiendo que las plantas se alimenten por completo y privándolas de sus nutrientes diarios. Además, el cambio térmico que puede producir el agua de riego fría en contacto con su alta temperatura interior puede alterarlos mucho.

Además, si las hojas se mojan durante las horas centrales del día, pueden sufrir ligeras quemaduras, como consecuencia del efecto lupa que generan las propias gotas ante la radiación solar.

Durante el verano es aconsejable regar a primera hora de la mañana o por la tarde, cuando empieza a oscurecer, evitando así las horas de más calor.

Si puedes elegir, mejor por la noche, ya que por la mañana se produce mayor presión osmótica, haciendo que el agua circule por toda la planta. En verano los rayos caen de forma más directa, por lo que si regamos por la mañana se perdería gran parte del agua que ha recibido. En cambio, si regamos por la noche, la tierra tendrá mucho más tiempo para absorber el agua y permanecerá húmeda más tiempo.

Por lo general en otoño empiezan a llegar el frío y las lluvias, por lo que conviene regar con menor frecuencia. Si vives en zonas lluviosas no es necesario regar directamente. Siempre depende de la necesidad de cada planta y de dónde nos encontremos, pero generalmente un jardín necesita un riego moderado unas dos veces por semana. Si vives en una zona donde el otoño es bastante seco, riega el jardín cada 3 días.