A la hora de regar tus macetas, lo más habitual es que lo hagas desde arriba. Utilizar la regadera es una forma sencilla de asegurar la hidratación de tus plantas. Y proceder con precaución, mojando el sustrato y no las hojas, también será lo adecuado. Sin embargo, hay excepciones; si son muy sensibles a los hongos es mejor regarlas desde abajo.
Regar desde abajo puede resultar un poco incómodo (quizás te llevará un poco más de tiempo que la forma tradicional), pero te aportará algunos beneficios interesantes. Entre otros, conseguirás que las plantas sólo absorban el agua que necesitan, evitando excesos, y todo sin salpicaduras.
No creas que sólo acabarás con tu planta en la basura por culpa del riego si omites su frecuencia o por encharcamiento. En algunos casos -como violetas africanas, ciclamen, espatifilos...- bastará con mojar las hojas, el tallo u otros tejidos durante el proceso, de modo que -si no se secan rápidamente y en determinadas condiciones- los hongos acaben. proliferando.
RIEGO DE PLÁSTICO VERDE PEQUEÑO DE 40 ONZAS
HERRAMIENTAS SEGOMO REGADORA DE 40 ONZAS
Los hongos en poco tiempo generarán raíces que si llegan a las raíces o al cuello de la planta la matarán, será una buena medida preventiva.
Otros, además de los hongos, también son sensibles a la cal del agua, como por ejemplo las plantas acidófilas. En estos casos es conveniente el riego con agua blanda o destilada. El que tiene el grifo puede que te dé algunos problemas.
Cómo regar desde abajo
Hidratarlos de esta forma es muy sencillo. Sólo hay que tener un plato lo suficientemente profundo para contener el agua y además que quepa sumergida esa parte de la olla. Quien dice plato, dice cualquier otro recipiente que sirva para ese fin. Lo importante es que la tierra tiene facilidad para absorber el agua como una esponja.
RIEGO DE PLÁSTICO VERDE PEQUEÑO DE 40 ONZAS
Dale a tu planta algo de tiempo libre. Aproximadamente un cuarto de hora debería ser suficiente para que el sustrato se impregne. Compruébalo palpándolo con el dedo y, si es necesario, espera unos minutos más antes de retirarlo.
Si lo prefieres, puedes dejar el suministro de agua de forma permanente, pero para ello conviene hacer algunos cambios. Este no debe estar en contacto directo con la maceta, la tierra o las raíces de la planta, ya que de lo contrario se pudrirán. Esto lo conseguirás colocando un lecho de grava, piedras u otro material para sostener la base de la maceta. De esta forma, el agua seguirá estando a tu disposición, pero sin ningún riesgo.
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A la hora de regar tus macetas, lo más habitual es que lo hagas desde arriba. Utilizar la regadera es una forma sencilla de asegurar la hidratación de tus plantas. Y proceder con precaución, mojando el sustrato y no las hojas, también será lo adecuado. Sin embargo, hay excepciones; si son muy sensibles a los hongos es mejor regarlas desde abajo.
Regar desde abajo puede resultar un poco incómodo (quizás te llevará un poco más de tiempo que la forma tradicional), pero te aportará algunos beneficios interesantes. Entre otros, conseguirás que las plantas sólo absorban el agua que necesitan, evitando excesos, y todo sin salpicaduras.
No creas que sólo acabarás con tu planta en la basura por culpa del riego si omites su frecuencia o por encharcamiento. En algunos casos -como violetas africanas, ciclamen, espatifilos...- bastará con mojar las hojas, el tallo u otros tejidos durante el proceso, de modo que -si no se secan rápidamente y en determinadas condiciones- los hongos acaben. proliferando.
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Los hongos en poco tiempo generarán raíces que si llegan a las raíces o al cuello de la planta la matarán, será una buena medida preventiva.
Otros, además de los hongos, también son sensibles a la cal del agua, como por ejemplo las plantas acidófilas. En estos casos es conveniente el riego con agua blanda o destilada. El que tiene el grifo puede que te dé algunos problemas.
Cómo regar desde abajo
Hidratarlos de esta forma es muy sencillo. Sólo hay que tener un plato lo suficientemente profundo para contener el agua y además que quepa sumergida esa parte de la olla. Quien dice plato, dice cualquier otro recipiente que sirva para ese fin. Lo importante es que la tierra tiene facilidad para absorber el agua como una esponja.
Dale a tu planta algo de tiempo libre. Aproximadamente un cuarto de hora debería ser suficiente para que el sustrato se impregne. Compruébalo palpándolo con el dedo y, si es necesario, espera unos minutos más antes de retirarlo.
Si lo prefieres, puedes dejar el suministro de agua de forma permanente, pero para ello conviene hacer algunos cambios. Este no debe estar en contacto directo con la maceta, la tierra o las raíces de la planta, ya que de lo contrario se pudrirán. Esto lo conseguirás colocando un lecho de grava, piedras u otro material para sostener la base de la maceta. De esta forma, el agua seguirá estando a tu disposición, pero sin ningún riesgo.