No cabe duda de que el riego es una parte sustancial del cuidado de las plantas de nuestros jardines y terrazas durante todas las estaciones del año. Y aunque parezca fácil, es fundamental seguir algunas reglas para obtener el mejor resultado.

Lo primero que debemos intentar es mantener un nivel de humedad regular y uniforme. Es decir, no ahogarlas en agua una vez y luego dejarlas secar por completo antes de volver a regarlas. Es cierto que la tierra seca estimula a las raíces a crecer más, ya que van en busca de humedad. Pero lo mejor es mantener un nivel constante de impregnación para evitar problemas.

En cuanto a la cantidad y frecuencia de riego, lo mejor es regar sólo una vez por semana pero humedeciendo totalmente el lecho de la planta. Cuando regamos a menudo con poca agua algunas sufren. Así que rociemos bien la tierra pero sólo una vez cada siete días.

Ahorra agua y energía al regar con el sol. La idea es regar tanto como sea necesario, pero sin excedernos. El agua es un recurso escaso y hay que dosificarlo. Implementar un sistema de riego solar directo también nos ayudará a ahorrar energía. Este sistema utiliza paneles solares fotovoltaicos para bombear al agua y no utiliza electricidad ni baterías.

A primera hora de la mañana es el mejor momento, por la noche también podemos hacerlo. Pero evitando mojar el follaje, es mejor "dormir seco". Ten en cuenta que en las horas más calurosas del día la mayor parte del agua se evapora y puedes notar el efecto lupa del sol sobre las gotas quemando las hojas.

El agua del grifo suele tener cloro, pero si la dejamos reposar antes de usarla se evapora. Y si por supuesto podemos tener un depósito con agua de lluvia, esta es la mejor opción sin duda que podemos llevarla al jardín mediante una simple bomba de agua.

Para controlar un mayor o menor riego es importante comprobar la humedad del suelo o sustrato. Cada una de las plantas que tenemos en el patio o en el jardín tiene sus propias necesidades hídricas; por ejemplo, las plantas con flores o las palmeras necesitan un poco menos de agua que el césped.

Para evitar problemas primero hay que asegurarse de que el suelo o sustrato realmente necesita agua